Creo que la idea propuesta en el encabezado es muy cierta. El lenguaje, visto como el conjunto de signos, códigos, expresiones, situaciones, etcétera; que permite “comunicar algo”, es algo privativo del género humano. Si bien es cierto, existen formas de comunicación entre otras especies del mundo animal y/o vegetal; creo que el hombre es el único que puede “comunicar” ideas, conocimientos, sentimientos y cosas similares.
Ahora, a pesar de ser una actividad netamente humana; creo fielmente que no hemos aprendido a utilizarla en un ciento por ciento. O peor aún, sabiendo utilizar las distintas herramientas existentes en torno al lenguaje, las utilizamos de forma poco transparente, egoísta y hasta mal intencionada.
Me explico. Muchas de las veces que hemos querido expresar cosas (o comunicar, mejor dicho) a otra(s) persona(s), equivocamos, por diversas razones, la forma de manifestar la idea o mensaje. Utilizamos mal las palabras o los gestos (o lo que sea que rodee nuestro mensaje) y no podemos lograr que el interlocutor reciba las señales que nosotros quisiéramos. Un ejemplo claro es el llamado “lenguaje del amor”; aquel que se da entre una pareja. Nos ha pasado que a veces, queriendo expresar una idea cualquiera, nuestra “otra parte” ha entendido algo totalmente distinto a lo que hemos deseado expresar. Si bien es cierto existe una explicación “científica” de esta situación; los hombres, no hemos sido capaces de adentrarnos en este mundo (por así decirlo) que decodifica los mensajes en la mujer, y viceversa. El hombre suele ser directo y conciso al expresar un mensaje. La mujer, en cambio, expresa las cosas de manera indirecta (como entre líneas) y, nosotros, sencillamente, nos somos capaces de decodificar aquello. Lo que genera muchos de los problemas cotidianos que tenemos que enfrentar. Bueno, y cosas así ocurren con las otras relaciones interpersonales que podamos manejar.
La otra situación aludida en uno de los párrafos precedentes tiene relación con las incontables veces que hemos utilizado el lenguaje para sacar algún provecho personal. Ya sea por que manejamos mejor que otros las herramientas del “lenguaje” (en el caso de alguien que se aproveche de otro en la firma de contratos, por ejemplo) o porque gozamos de una posición privilegiada que nos permite influir en el pensamiento de los demás (lo cual es legitimo, sin que la intención no sea el beneficio propio a costa del menoscabo del otro). El hecho es que creo que, la gran mayoría de la raza humana, no sabe utilizar correctamente el lenguaje… y debido a eso, nuestra sociedad es lo que es.
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