Actualmente, la Educación a Distancia a cobrado una importancia considerable en ese, cada vez mayor, grupo de profesionales que buscan el continuo perfeccionamiento. El creciente desarrollo de esta modalidad de educación de debe, principalmente a los siguientes factores: Llegar a poblaciones geográficamente alejadas de los centros educativos, acercar la formación a poblaciones con necesidades especificas e insertas en el ámbito laboral y sin tiempo para acudir a los centros educativos y acercar la educación a poblaciones que no han sido considerar en los currículos convencionales.
En un principio, los modelos de la educación a distancia se proponían, únicamente, el entregar información a los estudiantes, dando, al proceso educativo, un enfoque unidireccional; en el que no existía interaccione entre profesores y alumnos.
Hoy en día, ese enfoque es inviable. Los modelos de formación están orientados a transformar a las instituciones educacionales en verdaderos Centros de producción y circulación de conocimientos. En los que el papel que juega el estudiante es fundamental, no sólo porque es la razón de existencia de la institución, sino porque la tendencia actual es formar profesionales que sean capaces de aportar a la sociedad con una serie de habilidades que les permitan identificar y solucionar problemas.
Es aquí donde las competencias comunicativas cobran una real trascendencia. Si ya es difícil formar en un estudiante ciertas competencias en clases presenciales, lo es mucho más cuando hablamos de clases a distancia; en donde el alumno y profesor no se confrontan sino hasta el final del curso (y en algunos casos, jamás se “comunican”). Por ello, es de suma importancia identificar aquellos mecanismos que podrían ayudarnos en esta tarea. Existen muchos recursos que podríamos utilizar en pro de la mejora de la relación de alumno-profesor en la formación a distancia (correo electrónico, videoconferencia, publicaciones, etc.), herramientas que no son soluciones por sí solas, sino que requieren del buen manejo que se tenga de ellas para lograr disminuir las barreras geográficas.
viernes, 24 de octubre de 2008
jueves, 16 de octubre de 2008
Las competencias Comunicativas: De la puesta en escena a la puesta en esencia
El lenguaje es una de las herramientas más importantes generadas por el hombre. Es aquello que nos permite diferenciarnos del resto de las especies. Después de la creación del lenguaje pudimos expresar nuestras ideas, sentimientos, identificar objetos, identificar tiempos, etc. Somos capaces de generar nuestra historia.
Estamos consientes de nuestra existencia gracias a la coexistencia del lenguaje. Si este complejo sistema de signos no existiera nuestra vida sería como la de cualquier organismo vivo que no sabe que existe… ni por qué… ni para qué.
El lenguaje nos ha permitido, aparte de generar nuestra historia, construir una gran variedad de conocimientos. Conocimientos que han sido fundamentales para que la sociedad haya evolucionado hasta lo que hoy en día es. (No es que sea una sociedad perfecta, pero no podemos ignorar los grandes adelantos científicos que han sido beneficiosos para nuestra sociedad… aunque hay otros que nos han beneficiado mucho, pero eso ya es otro tema).
Señalamos que el lenguaje ha permitido generar conocimientos que buscan ir mejorando ciertos problemas sociales, a través de la formación de los llamados “profesionales”, que son las personas más capacitadas para estudiar y dar solución a los inconvenientes que día a día aparecen en la sociedad. Uno de los conceptos interesantes, ligado a lo profesional, de este tiempo, es el concepto de competencias.
Las competencias son el conjunto de conocimientos (saber), habilidades (saber hacer) y actitudes (querer hacer), relacionados con la forma como el profesional está preparado para resolver problemas de su entorno. Estas tres cosas no pueden separarse, si es que se quiere ser considerado un “profesional competente”. Es necesario que estos tres componentes estén presentes y equilibrados en una persona para que tenga la cualidad de “competente”, ya que el último criterio para definir el grado de competencia de un profesional es su capacidad real para transformar el entorno.
Las competencias en comunicación
Las competencias comunicativas son esas formas mediante las cuales las personas pueden establecer interacciones con otras personas y con su entorno, partiendo de un reconocimiento previo de su ser. Estas competencias son: Lingüística, Paralingüística, Textual, Quinésica, Proxémica y Cronética.
La competencia Lingüística se relaciona con la adquisición y desarrollo del lenguaje. Es el sistema de signos articulados que permiten el entendimiento entre las personas.
La competencia Paralingüística se trata del conjunto de elementos adicionales que acompañan al lenguaje (oral o escrito) y que ayudan a complementarlo. Hablamos de intencionalidad o entonación, por ejemplo. Así como los recursos gráficos, tales como: cursivas, negritas, mayúsculas, subrayados, etc.
La competencia Pragmática es el desarrollo de capacidades para convencer y persuadir a los demás. Es el conjunto de recursos, estrategias, tácticas que empleamos para influir en las decisiones y opiniones de otros
La competencia textual tiene que ver con la producción y comprensión de textos escritos. Para desarrollarla el profesional debe contar con las herramientas cognitivas, comunicativas y técnicas propias de la escritura.
La Competencia Quinésica se relaciona con la postura, la mirada, el rostro, las manos, en fin… con todo nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo comunica. Y esta competencia es la encargada de enseñarnos como guiar nuestro cuerpo según el contexto en el que nos encontramos.
La competencia proxémica identifica la producción de significados a partir del manejo de los espacios. Espacios que van desde los intimo a lo global. Existen espacios para cada tipo de relación que la persona tenga y es crucial saber manejar esos espacios físicos.
Por último, la competencia Cronética. Tiene relación con el tiempo. Es el manejo de la comunicación en el tiempo, la producción de significados con y desde la coordenada tiempo. Es importante manejar con sumo cuidado, el momento en que se han de comunicar las ideas.
Comentario Personal
Hasta antes de analizar el texto, inconscientemente había utilizado (en paralelo) varias de las competencias comunicativas analizadas. No siempre, por supuesto; pero en varias ocasiones se habían conjugado varias de ellas.
Ahora, el tema me resultó muy interesante. Tengo que interactuar, a menudo, con alumnos, apoderados, Empresarios, Jefes de Sección, Gerentes, miembros de la iglesia a la que pertenezco y veo que el orden dado por el autor al tema es fascinante. Será porque no había estudiado esto antes que me parece atractivo el tema, pero esa es la verdad.
Creo que me será de gran utilidad el comenzar a ordenar las prácticas comunicativas con el conocimiento adquirido, pues una de las cosas que más hago es intentar comunicar ideas en los distintos grupos de cuales formo parte o lidero. Asumiendo como verdad el triángulo de la competencia: saber, saber hacer y querer hacer.
Nada más que señalar. Será de gran provecho en mi tarea de comunicar.
Estamos consientes de nuestra existencia gracias a la coexistencia del lenguaje. Si este complejo sistema de signos no existiera nuestra vida sería como la de cualquier organismo vivo que no sabe que existe… ni por qué… ni para qué.
El lenguaje nos ha permitido, aparte de generar nuestra historia, construir una gran variedad de conocimientos. Conocimientos que han sido fundamentales para que la sociedad haya evolucionado hasta lo que hoy en día es. (No es que sea una sociedad perfecta, pero no podemos ignorar los grandes adelantos científicos que han sido beneficiosos para nuestra sociedad… aunque hay otros que nos han beneficiado mucho, pero eso ya es otro tema).
Señalamos que el lenguaje ha permitido generar conocimientos que buscan ir mejorando ciertos problemas sociales, a través de la formación de los llamados “profesionales”, que son las personas más capacitadas para estudiar y dar solución a los inconvenientes que día a día aparecen en la sociedad. Uno de los conceptos interesantes, ligado a lo profesional, de este tiempo, es el concepto de competencias.
Las competencias son el conjunto de conocimientos (saber), habilidades (saber hacer) y actitudes (querer hacer), relacionados con la forma como el profesional está preparado para resolver problemas de su entorno. Estas tres cosas no pueden separarse, si es que se quiere ser considerado un “profesional competente”. Es necesario que estos tres componentes estén presentes y equilibrados en una persona para que tenga la cualidad de “competente”, ya que el último criterio para definir el grado de competencia de un profesional es su capacidad real para transformar el entorno.
Las competencias en comunicación
Las competencias comunicativas son esas formas mediante las cuales las personas pueden establecer interacciones con otras personas y con su entorno, partiendo de un reconocimiento previo de su ser. Estas competencias son: Lingüística, Paralingüística, Textual, Quinésica, Proxémica y Cronética.
La competencia Lingüística se relaciona con la adquisición y desarrollo del lenguaje. Es el sistema de signos articulados que permiten el entendimiento entre las personas.
La competencia Paralingüística se trata del conjunto de elementos adicionales que acompañan al lenguaje (oral o escrito) y que ayudan a complementarlo. Hablamos de intencionalidad o entonación, por ejemplo. Así como los recursos gráficos, tales como: cursivas, negritas, mayúsculas, subrayados, etc.
La competencia Pragmática es el desarrollo de capacidades para convencer y persuadir a los demás. Es el conjunto de recursos, estrategias, tácticas que empleamos para influir en las decisiones y opiniones de otros
La competencia textual tiene que ver con la producción y comprensión de textos escritos. Para desarrollarla el profesional debe contar con las herramientas cognitivas, comunicativas y técnicas propias de la escritura.
La Competencia Quinésica se relaciona con la postura, la mirada, el rostro, las manos, en fin… con todo nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo comunica. Y esta competencia es la encargada de enseñarnos como guiar nuestro cuerpo según el contexto en el que nos encontramos.
La competencia proxémica identifica la producción de significados a partir del manejo de los espacios. Espacios que van desde los intimo a lo global. Existen espacios para cada tipo de relación que la persona tenga y es crucial saber manejar esos espacios físicos.
Por último, la competencia Cronética. Tiene relación con el tiempo. Es el manejo de la comunicación en el tiempo, la producción de significados con y desde la coordenada tiempo. Es importante manejar con sumo cuidado, el momento en que se han de comunicar las ideas.
Comentario Personal
Hasta antes de analizar el texto, inconscientemente había utilizado (en paralelo) varias de las competencias comunicativas analizadas. No siempre, por supuesto; pero en varias ocasiones se habían conjugado varias de ellas.
Ahora, el tema me resultó muy interesante. Tengo que interactuar, a menudo, con alumnos, apoderados, Empresarios, Jefes de Sección, Gerentes, miembros de la iglesia a la que pertenezco y veo que el orden dado por el autor al tema es fascinante. Será porque no había estudiado esto antes que me parece atractivo el tema, pero esa es la verdad.
Creo que me será de gran utilidad el comenzar a ordenar las prácticas comunicativas con el conocimiento adquirido, pues una de las cosas que más hago es intentar comunicar ideas en los distintos grupos de cuales formo parte o lidero. Asumiendo como verdad el triángulo de la competencia: saber, saber hacer y querer hacer.
Nada más que señalar. Será de gran provecho en mi tarea de comunicar.
“Los discursos no son neutros: hay contextos que los tiñen”
Respecto de los discursos tengo una opinión muy particular (entendiendo al discurso como “el razonamiento sobre algún tema que se lee o pronuncia en público”). Creo que no son efectivos. Como instrumento para comunicar, siento que no cumplen el objetivo. Salvo cuando presentan un cuadro completo de las situaciones que rodean el tema central del discurso.
He preparado y he oído varios discursos en mi vida, en distintas situaciones: en una licenciatura, en una despedida de alumnos, en matrimonios, en eventos cristianos, etc. Y me puedo percatar de algo… uno produce el mensaje desde un punto de vista lleno de positivismo. En esos momentos se trata de cautivar al público oyente. La idea principal es darles algo que los inste a aplaudir, algo que sea agradable al sus oídos. No vamos a preparar un discurso, hecho con el ánimo de encarar aspectos negativos de una situación o relación. No, aún no he escuchado un discurso con esas características. Bueno, eso es, precisamente, lo que quita un poco de objetividad al tema central de los discursos. En los momentos de preparación de este, el fin principal es decir algo agradable (aun cuando la mayor parte de las circunstancias o situaciones que contextualizan el tema o la relación hayan sido poco gratas).
Además, está el hecho de cómo lo perciben los oyentes… los receptores del mensaje. Ellos reciben el mensaje desde su punto de vista. Y si ese punto de vista no está calibrado con el del emisor, la idea de expresar algo con esta herramienta es poco efectiva. Este es el primer argumento que apoya el encabezado. Por ejemplo: Si en un discurso expreso alegría por logros de un grupo cualquiera y mi actitud hacia ese grupo fue displicente (gran parte del tiempo), lo más probable es que todos los oyentes piensen en que estoy siendo cínico al expresar esa “alegría”…. Aun cuando (y puede darse el caso), en una muestra de altruismo inmensa de mi parte, sienta realmente la alegría descrita.
En una ocasión tuve que preparar el discurso de despedida a los cuartos años medios del liceo en el trabajo. El problema es que no lo leería yo. Lo haría una colega. Preparé el discurso desde mi realidad con los cursos involucrados en la ceremonia, “realidad” que no era la misma de mi colega. Eso se notó en el discurso. Los énfasis en ciertos temas no fueron respetados. Obvio, ella no tenía por qué saber cuál era la intención de mis palabras. Habían sido escritas desde mi punto de vista, desde mi “contexto”. De hecho, un alumno (que conocía la planificación de la licenciatura, pues el también participaba) se me acercó y me dijo: “profe, debió haber leído, usted, su discurso”.
He preparado y he oído varios discursos en mi vida, en distintas situaciones: en una licenciatura, en una despedida de alumnos, en matrimonios, en eventos cristianos, etc. Y me puedo percatar de algo… uno produce el mensaje desde un punto de vista lleno de positivismo. En esos momentos se trata de cautivar al público oyente. La idea principal es darles algo que los inste a aplaudir, algo que sea agradable al sus oídos. No vamos a preparar un discurso, hecho con el ánimo de encarar aspectos negativos de una situación o relación. No, aún no he escuchado un discurso con esas características. Bueno, eso es, precisamente, lo que quita un poco de objetividad al tema central de los discursos. En los momentos de preparación de este, el fin principal es decir algo agradable (aun cuando la mayor parte de las circunstancias o situaciones que contextualizan el tema o la relación hayan sido poco gratas).
Además, está el hecho de cómo lo perciben los oyentes… los receptores del mensaje. Ellos reciben el mensaje desde su punto de vista. Y si ese punto de vista no está calibrado con el del emisor, la idea de expresar algo con esta herramienta es poco efectiva. Este es el primer argumento que apoya el encabezado. Por ejemplo: Si en un discurso expreso alegría por logros de un grupo cualquiera y mi actitud hacia ese grupo fue displicente (gran parte del tiempo), lo más probable es que todos los oyentes piensen en que estoy siendo cínico al expresar esa “alegría”…. Aun cuando (y puede darse el caso), en una muestra de altruismo inmensa de mi parte, sienta realmente la alegría descrita.
En una ocasión tuve que preparar el discurso de despedida a los cuartos años medios del liceo en el trabajo. El problema es que no lo leería yo. Lo haría una colega. Preparé el discurso desde mi realidad con los cursos involucrados en la ceremonia, “realidad” que no era la misma de mi colega. Eso se notó en el discurso. Los énfasis en ciertos temas no fueron respetados. Obvio, ella no tenía por qué saber cuál era la intención de mis palabras. Habían sido escritas desde mi punto de vista, desde mi “contexto”. De hecho, un alumno (que conocía la planificación de la licenciatura, pues el también participaba) se me acercó y me dijo: “profe, debió haber leído, usted, su discurso”.
“El lenguaje es una actividad humana que nace con el hombre y la mujer, que sólo les pertenece a ellos como género y que les permite comunicarse.
Creo que la idea propuesta en el encabezado es muy cierta. El lenguaje, visto como el conjunto de signos, códigos, expresiones, situaciones, etcétera; que permite “comunicar algo”, es algo privativo del género humano. Si bien es cierto, existen formas de comunicación entre otras especies del mundo animal y/o vegetal; creo que el hombre es el único que puede “comunicar” ideas, conocimientos, sentimientos y cosas similares.
Ahora, a pesar de ser una actividad netamente humana; creo fielmente que no hemos aprendido a utilizarla en un ciento por ciento. O peor aún, sabiendo utilizar las distintas herramientas existentes en torno al lenguaje, las utilizamos de forma poco transparente, egoísta y hasta mal intencionada.
Me explico. Muchas de las veces que hemos querido expresar cosas (o comunicar, mejor dicho) a otra(s) persona(s), equivocamos, por diversas razones, la forma de manifestar la idea o mensaje. Utilizamos mal las palabras o los gestos (o lo que sea que rodee nuestro mensaje) y no podemos lograr que el interlocutor reciba las señales que nosotros quisiéramos. Un ejemplo claro es el llamado “lenguaje del amor”; aquel que se da entre una pareja. Nos ha pasado que a veces, queriendo expresar una idea cualquiera, nuestra “otra parte” ha entendido algo totalmente distinto a lo que hemos deseado expresar. Si bien es cierto existe una explicación “científica” de esta situación; los hombres, no hemos sido capaces de adentrarnos en este mundo (por así decirlo) que decodifica los mensajes en la mujer, y viceversa. El hombre suele ser directo y conciso al expresar un mensaje. La mujer, en cambio, expresa las cosas de manera indirecta (como entre líneas) y, nosotros, sencillamente, nos somos capaces de decodificar aquello. Lo que genera muchos de los problemas cotidianos que tenemos que enfrentar. Bueno, y cosas así ocurren con las otras relaciones interpersonales que podamos manejar.
La otra situación aludida en uno de los párrafos precedentes tiene relación con las incontables veces que hemos utilizado el lenguaje para sacar algún provecho personal. Ya sea por que manejamos mejor que otros las herramientas del “lenguaje” (en el caso de alguien que se aproveche de otro en la firma de contratos, por ejemplo) o porque gozamos de una posición privilegiada que nos permite influir en el pensamiento de los demás (lo cual es legitimo, sin que la intención no sea el beneficio propio a costa del menoscabo del otro). El hecho es que creo que, la gran mayoría de la raza humana, no sabe utilizar correctamente el lenguaje… y debido a eso, nuestra sociedad es lo que es.
Ahora, a pesar de ser una actividad netamente humana; creo fielmente que no hemos aprendido a utilizarla en un ciento por ciento. O peor aún, sabiendo utilizar las distintas herramientas existentes en torno al lenguaje, las utilizamos de forma poco transparente, egoísta y hasta mal intencionada.
Me explico. Muchas de las veces que hemos querido expresar cosas (o comunicar, mejor dicho) a otra(s) persona(s), equivocamos, por diversas razones, la forma de manifestar la idea o mensaje. Utilizamos mal las palabras o los gestos (o lo que sea que rodee nuestro mensaje) y no podemos lograr que el interlocutor reciba las señales que nosotros quisiéramos. Un ejemplo claro es el llamado “lenguaje del amor”; aquel que se da entre una pareja. Nos ha pasado que a veces, queriendo expresar una idea cualquiera, nuestra “otra parte” ha entendido algo totalmente distinto a lo que hemos deseado expresar. Si bien es cierto existe una explicación “científica” de esta situación; los hombres, no hemos sido capaces de adentrarnos en este mundo (por así decirlo) que decodifica los mensajes en la mujer, y viceversa. El hombre suele ser directo y conciso al expresar un mensaje. La mujer, en cambio, expresa las cosas de manera indirecta (como entre líneas) y, nosotros, sencillamente, nos somos capaces de decodificar aquello. Lo que genera muchos de los problemas cotidianos que tenemos que enfrentar. Bueno, y cosas así ocurren con las otras relaciones interpersonales que podamos manejar.
La otra situación aludida en uno de los párrafos precedentes tiene relación con las incontables veces que hemos utilizado el lenguaje para sacar algún provecho personal. Ya sea por que manejamos mejor que otros las herramientas del “lenguaje” (en el caso de alguien que se aproveche de otro en la firma de contratos, por ejemplo) o porque gozamos de una posición privilegiada que nos permite influir en el pensamiento de los demás (lo cual es legitimo, sin que la intención no sea el beneficio propio a costa del menoscabo del otro). El hecho es que creo que, la gran mayoría de la raza humana, no sabe utilizar correctamente el lenguaje… y debido a eso, nuestra sociedad es lo que es.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)